A muchos nos ha pasado que entre tanto comer y comer, empezamos a sentir un dolor en alguno de nuestros dientes. En ese momento el temor nos invade y la angustia crece. Esperamos y le pedimos a los dioses, que no sea una carie o que se nos haya quebrado un diente.
Y si, pasó lo que más temíamos y es hora de ir al dentista…

Si bien hay muchos estudios, que tratan de explicar la razón de este “miedo”, no existen evidencias, o no hemos podido encontrarlas, del pánico que niños y adultos tienen al sentarse en el sillón dental y escuchar el típico sonido chillón de la turbina dental.

Trataremos de enumerar, algunas de las razones del este miedo, si bien hay muchas más, creemos que las siguientes son las que más nos han identificado:
– Cuando fuiste niño(a) te obligaban a ir al dentista.
– El tener abierta la boca por mucho tiempo y no saber que pasa ahí dentro.
– El ruido chillón de la turbina dental.
– Las agujas, máquinas y nombres raros que tiene todo lo que el dentista ocupa.
– Simplemente porque es el dentista.

Si bien muchas de estos motivos son ciertos, no podemos negar que cuando la sesión termina y el dolor se ha ido, nos sentimos mejor, más limpios, sanos y seguros.
Hay que tomar en cuenta que una buena salud oral es esencial en la vida diaria y principalmente en el autoestima.