La Organización Mundial de la Salud es la encargada de darnos estas bofetadas en la cara para tratar de que la Humanidad reaccione algún día, y entienda que la salud humana es un derecho transversal y no un privilegio de algunos.
No basta con tener buenas intenciones para solucionar los problemas de salud del mundo. También hace falta decisión y valentía, algo que, parece ser, no abunda mucho en esta sociedad que hemos construido, en la cual convivimos con la (mala) salud humana a diario, sin que nos detengamos a reflexionar.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay 530 millones de niños con caries en sus dientes de leche. Por favor, no racionalice el número. Por un momento, imagine a esos niños que ahora necesitan ayuda. Se pierde en el horizonte imaginar esas cabecitas sonrientes.
Las caries y los traumatismos, indica la OMS, son las enfermedades dentales infantiles más comunes a nivel planetario.
Y esta patología es causada por el consumo elevado de azúcares, una higiene oral deficiente, la lactancia materna o el uso de la mamadera. Factores, ninguno que no pueda ser prevenido con voluntad. Pero ¿qué hacer?
Alimentación sana, menos alimentos chatarra; hacer conciencia en los más niños que un buen cepillado le evitará molestias en el futuro y que no formará parte de los 3.500 millones de personas que sufren de alguna afección oral o dental hoy. Sí, leyó bien. Hoy. Son medidas necesarias y más baratas que ir al dentista.
Acceso inadecuado a la atención
La OMS informa que “en la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos, afectados por un constante incremento de la urbanización y cambios en las condiciones de vida, la prevalencia de las enfermedades bucodentales sigue aumentando”. Y explica que esto último se debe “principalmente a una exposición insuficiente al flúor, ya sea en el agua que se consume o en los productos de higiene bucodental, como la pasta de dientes, y al acceso inadecuado a servicios de atención de salud bucodental en la comunidad”.
También apunta a la comercialización de bebidas y alimentos ricos en azúcar, así como el tabaco y el alcohol, productos que han incidido fuertemente “en el crecimiento del consumo de productos que contribuyen a los trastornos de salud bucodental y a otras enfermedades no transmisibles”
El papel de los odontólogos
Ciertamente en esta ecuación aparecen los odontólogos, quienes debiera ser principales actores para evitar que los niños sufrieran de este mal. Se entiende que no tienen la responsabilidad porque, al fin y al cabo, son quienes luchan para reparar el daño ya hecho.
Quizás si el esfuerzo además pudiera estar en educar a sus pacientes mayores, para servir de “caja de resonancia” con sus hijos, podrían aumentar no sólo con el valiosísimo grano de arena que ya aportan, y aumentar a 10 esos granos, y convertirlos en semilla para que aquellos padres, madres, hermanos, reciban la información que pueda ayudar a los más vulnerables, pero también más expuestos de las familias.
“Si tu hijo tiene los dientes sanos será menos propenso a tener amigdalitis y otitis, no sufrirá dolores dentales, tendrá una mayor autoestima y perderá menos horas de clase. Buenos hábitos de higiene desde su primer diente de leche y, claro, convertir en tradición la visita al dentista”, quizás sería un buen mensaje para pregonar entre sus pacientes.
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