LA ESPERA…

Sebastián Jiménez P.

Para bien o para mal, la “espera” sigue siendo uno de los más temidos conceptos del colectivo popular. Esperar a la novia en el altar, … Esperar un bono, un subsidio, un IFE… Esperar una buena o mala noticia… Esperar el turno en la “sala de espera” para ser atendido por el dentista… En fin, la “espera”.

Según reportaje de TVN (que podrás leer en la página 4): “Un paciente de un consultorio debe esperar como mínimo dos años para que un dentista lo atienda por FONASA. Y lo más triste de todo es que esa es la realidad que hoy vive casi medio millón de chilenos, que no cuenta con recursos para pagar un tratamiento particular”.

Desde hace un montón de años se habla de una “crisis” en la Odontología, entre otros factores:
1) demasiadas escuelas y facultades, lo que resulta en “más dentistas que los recomendados por la OMS”.
2) Considerando que el 76,5% de la población del país se atiende en el sistema público de salud (FONASA 2014), cabe mencionar que si los pacientes “no tiene una edad igual a dos, cuatro, seis, 12, 60 años o no está embarazada, entonces es muy poco probable que tenga acceso a un tratamiento odontológico integral”. Y tomando en cuenta que existe un gran déficit de dentistas en el sistema público, la sobrecarga asistencial dificulta que el tratamiento sea realmente integral, acortando los tiempos de atención para cumplir con la alta demanda, lo que obviamente repercute en la calidad del servicio prestado. Por ejemplo, es común que en los servicios de urgencia odontológica públicos se otorgue una atención denigrante a los pacientes, donde el primero debe abandonar el box dental luego de la técnica anestésica, esperando que ésta tenga efecto, en general el efecto demora entre tres y cinco minutos, haciendo pasar al siguiente paciente para repetir la misma rutina con nueve personas más. La carga asistencial es tal, que los dentistas “no pueden darse el lujo” de esperar tres a cinco minutos para que la anestesia tenga efecto. De hecho, la anécdota popular entre los pacientes es que cuando se atiende a la última persona, el efecto de la anestesia ya se terminó, debiendo soportar el dolor. Esta situación es asumida como normal dentro de nuestro sistema de salud público, que paradojalmente declara estar centrado en el paciente y en una atención de calidad (“Crisis del sistema sanitario, un ejemplo desde la odontología en Chile”, Patricio Palavicino, 2014).

Entonces, ¿Por qué los pacientes deben esperar tanto por un tratamiento dental?


La espera es el tiempo de la duración, del tedio y del aburrimiento, un tiempo a nuestro tiempo acelerado, medido y previsible. Se trata, sin duda, del tiempo de un aprender involuntario. (Marcel Proust, Alejandra Pizarnik).


Según datos de la Superintendencia de Salud, en Chile existen 28.335 dentistas inscritos, de los cuales solo 144 atienden por Fonasa.
¿Será porque la cobertura odontológica para la población históricamente ha sido en Modalidad Libre Elección?
¿Será porque la infraestructura no permite más celeridad?
¿Será que -simplemente- la Salud Oral es un derecho para “algunos”?

Producto de la pandemia – y como presentamos en más de alguna edición anterior- las cifras de compatriotas con severos problemas dentales aumentó sustancialmente. Bruxismo y otras patologías vieron aumentado su porcentaje en la población. 

El Dr. Mario Villalobos, quien hasta el mes pasado era el Director Nacional de Odontología del MINSAL, comentó a 24 horas, que “la realidad es dramática, la lista de espera de odontología corresponde al 25% de las nuevas especialidades del GES, a esa cifra hay que sumar las personas que nunca visitan al dentista y los que no pidieron hora durante los 20 meses que lleva la pandemia”.

En Chile y el mundo en general, la salud bucal es un índice objetivo que se relaciona con la desigualdad. Hoy, la prevalencia de patologías bucales como la caries y enfermedades periodontales es superior al 90% en los estratos sociales más vulnerables, la cual se ha mantenido sin variación en el tiempo, permaneciendo como un problema latente. El gradiente social tiene una influencia directa, pues en muchas comunidades el 80% de la caries dental se concentra en el 20% de la población, que es la de menores ingresos.

“Esperar por una atención odontológica digna y de calidad” se ha hecho costumbre para miles de chilenos y chilenas. Y si bien existen iniciativas particulares y personales que han intentado devolver sonrisas (muchas veces a cambio de una “simple, pero sincera sonrisa”), falta mucho… ojalá no tengamos que seguir esperando… y tanto.

Humanicemos esta linda profesión. Si está en nuestras manos, devolvámosle la sonrisa al mundo.
 

Gracias por leernos y “rockear” junto a nosotros.
Nos vemos en la próxima.


Sebastián Jiménez P., @jimenosky
Director Ejecutivo Webdental.cl – Salud y Vida TV



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