María Luisa de Parma, esposa del Rey Carlos IV de España, quienes reinaron aquel país entre 1788 – 1808, tiene un historial odontológico bastante llamativo.

Los libros de historia cuentan que María Luisa vivió 24 embarazos y tuvo 14 hijos, lo que condujo a que su salud bucal se vea dinamitada a tal punto de perder casi todas sus piezas dentales y las que aún conservaba estaba negras, dañadas y podridas…

Utilizando los recursos de la época

Napoleón, emperador francés y su esposa Josefina fueron testigos del cambio radical tenía la reina María Luisa de Parma cuando tenía que sociabilizar… una prótesis dental blanca, impoluta, adecuada perfectamente a la boca de la reina, quién la lucía feliz, hizo acto de presencia. Inmediatamente se transformó en el aparato que ocupada la monarca para abrir su boca, sino permanecía cerrada por la verguenza.

Poco funcional

Lamentablemente la perfección física de la prótesis de María Luisa no iba de la mano con el aspecto funcional. El aparato no dejaba que la monarca coma ningún tipo de alimento y en cada reunión social, si es que quería comer, frente al rey que sea, debía sacarse la placa, exhibiendo una vez más sus dientes negro y carcomidos… la situación llegó a ser tan incómoda que la reina de Francia, Josefina, la tildó de mal educada, un adjetivo grave en la época.

Lo que nos dice la historia del poder de la sonrisa, la seguridad social, laboral y sicológica manifestada en una esfera de altísimo poder. Pudo haber sido una reina pero nadie sin su piezas dentales en óptimas condiciones pudo sentirse como una reina…

Fuente: abc.es