Los (perversos) efectos de la pandemia en la odontología

Una dentista hispana deja al desnudo la precaria situación que vive y que, seguramente, afecta a otros como a ella. Juzgue, opine y cuéntenos su caso.

El ejercicio de la odontología fue afectado globalmente. ¿Qué hacer? (foto ilustrativa)

El coronavirus que azota al mundo ya está comenzando a provocar efectos devastadores en la profesión odontológica. Una dentista española entregó su testimonio en una carta que ABC.es reproduce en sus columnas de opinión. ¿Qué podemos hacer para revertir los efectos que nos ha causado?

España, es uno de los países que se ha visto más comprometidos con la pandemia de Covid-19, y también donde los profesionales de la odontología se han movilizado más en pos de volver a trabajar, entendiendo que se convirtieron en una de las profesiones con más factor de riesgo de contagio.

Sin embargo, tampoco es un sector económico particularmente “protegido” por el estado, lo que podemos deducir al leer una carta, publicada por abc.es, de una dentista de 55 años, identificada como María Ángeles Trueba Alvear, quien relata su situación antes de la epidemia, lo que es durante la pandemia y lo que -lastimosamente-, será post coronavirus.

Ella sostiene que “Llevo trabajando desde que terminé la carrera y pagando mis impuestos desde entonces, 25 años. Tengo una pequeña clínica, con un único gabinete y sin ningún empleado, donde trabajo yo sola. Por otra parte, trabajo como colaboradora en otras cuatro clínicas, pues, tal y como están las cosas, no se pueden poner todos los huevos en la misma cesta. Esta crisis de un virus con comportamiento desconocido y bastante letal a pesar de lo que se dijo en un principio me ha hecho entender esto más que nunca”.

Hasta ahí, no difiere, al parecer, de lo que sucede en Chile u otro país latinoamericano, al menos.

Pero, al contrario de nuestro país, los dentistas fueron declarados “esenciales”, por ser una profesión sanitaria,  es decir, deben estar dispuestos a trabajar cuando se les pida… “pero solo para hacer urgencias, una cada 15 días con suerte, ya que la gente está confinada en sus casas y no quiere salir porque tiene miedo y además no hay libre circulación. Por otro lado, si no tenemos EPI (elementos de protección personal) y demás material (porque se les pidió donar el material a los médicos) no podemos trabajar, ni debemos. Como somos “esenciales” no nos dejan hacer un cese de actividad por fuerza mayor, y por tanto tenemos que seguir pagando la cuota de autónomos y los impuestos”.

La profesional deja ver que la ayuda prometida desde el gobierno no sabe cuándo le podría llegar, sino después mucho tiempo que prácticamente haya perdido el 75% de su capacidad de generar recursos, que es cuando se puede acoger al “cese de actividades por fuerza mayor”.

Mientras tanto, relata, los bancos tampoco están abiertos a socorrerla (cosa rara, nunca vista, menos en Chile), pero sin embargo no cesan los SMS de cobro por las deudas que antes podía servir, y que ahora, ‘de para’, no puede.

“En mi caso, con mi pequeña clínica sobrevivía, atendía a mis hijos, podía comer, pagar una hipoteca y el alquiler y algún pequeño crédito para mi negocio y para los estudios de mi hijo. Todos los meses quedaba todo pagado y sobraba solo para poder darnos el gusto de comer un día juntos o ir al cine. Vacaciones no sé lo que son, de vez en cuando he disfrutado de algún puente o algún día cuando son fiestas en mi pueblo, pero nada de irnos a pasarlo fuera”, relata la mujer, con un dejo de amargura.

“En estos momentos sólo tengo cinco euros en la cartera. Me gasté lo que tenía en comer y estoy a menos ”no sé cuanto” en el banco. A partir de este mes ya tengo pérdidas del 75 por ciento, y puedo pedir el cese y la ayuda, pero no se cuando llegará el dinero”, continúa.

“Terminará todo esto para todo el mundo, volveremos a la calle y muchos no tendremos ya trabajo, tendremos que cerrar, vender e ir a vivir no quiero pensar a dónde, y a los 55 años volver a empezar no sé en qué cosa, después de tantos años de estudio, especialización y dedicación. Yo me bajo del tren ya. Me queda la preocupación del futuro de mis hijos, aún adolescentes”, finaliza, mostrando su preocupación por el futuro incierto.

Con algunos matices, pareciera ser que la realidad para quienes trabajan en el área de la odontología en Chile, no es tan distinto. Pero ¿qué se pude hacer para cambiar esa realidad? ¿Podemos de esta crisis sacar lecciones y convertirla en algo útil para el ejercicio de la profesión?

Quisiéramos escucharlos o leerlos al respecto, que nos entreguen su testimonio o su opinión de qué es lo que hay que hacer para enfrentar ese incierto futuro que, en el caso de la colega española, se ve muy obscuro. Escríbannos a gabriel@webdental.cl o sebastian@webdental.cl para conocer vuestra realidad.

*Puede leer el texto completo de la carta aquí


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